San Pantaleón

 

Patrono de Burujón

Pocos datos tenemos acerca de las circunstancias en las que San Pantaleón se convirtió en patrono de Burujón.

Se desconoce, por ejemplo, la procedencia de la imagen de San Pantaleón que se conserva en la localidad.

En cuanto a los acontecimientos que propiciaron que se convirtiera en patrono de Burujón hay dos versiones.

En las Relaciones de Felipe II, del año 1756, se refleja que San Pantaleón era patrón de nuestro pueblo debido a una plaga de langostas que afectó a las viñas. La tradición cuenta que sacaron al Santo en procesión y la plaga fue desapareciendo.

Pero existe otra corriente que mantiene que San Pantaleón se convirtió en el patrono de Burujón debido a la protección que prestó a la localidad durante la peste del siglo XVI, ya que la peste azotó a la población de localidades cercanas, mientras que en Burujón no afectó a casi nadie.

Esta última teoría es la más arraigada entre los burujoneros y burujoneras e, incluso, se refleja en la letra de la tercera estrofa del himno clásico a San Pantaleón:

“El glorioso Pantaleón
es un médico excelente;
Líbranos de todo mal
y líbranos, líbranos de la peste.”

Más datos tenemos acerca de su vida gracias, sobre todo, a un antiguo manuscrito del siglo VI que se conserva en el Museo Británico.

Pantaleón nació en el año 282 en Nicomedia, ciudad que entonces pertenecía al Imperio Romano y que actualmente se encuentra en Turquía, cerca de la ciudad de Estambul. El lugar en el que nació San Pantaleón se conoce en la actualidad con el nombre de Izmit.

Su madre, Eubula, era cristiana y se ocupó de su educación, acercándole al cristianismo desde pequeño. Pero falleció cuando Pantaleón aún era aún muy chico.

Su padre, llamado Eustorgio, era senador del gobierno romano y, al contrario que Eubula, se ocupó más de que su hijo tuviera los mejores maestros de literatura y luego le puso a estudiar junto a Eufrosino, médico del emperador.

Su progreso en los estudios propició que se convirtiera en médico de cabecera del emperador, dejándose llevar por la ambición y tentaciones del mundo pagano en el que vivía.

Pero por entonces conocerá a Hermolao, un anciano sabio que era amigo de su madre, quien le vuelve a recordar las enseñanzas de ésta antes de su muerte.

Al principio las enseñanzas de Hermolao no fueron calando en su corazón, pero se cuenta que un día encontró a un niño muerto por la mordedura de una víbora que todavía se hallaba en el lugar. Invocó el nombre de Jesús, pidiendo la resurrección de la criatura y la muerte de la serpiente y, en ese momento, vio cómo el niño revivía y la serpiente moría.

A partir de entonces comenzó a prepararse para el Bautismo e invitó a su padre para que también se bautizara. Pero Eustorgio se negó hasta el momento en que Pantaleón, delante de sus propios ojos, devolvió la vista a un ciego llamado Antimo.

Poco tiempo después fallecía su padre, dejándole una gran fortuna a Pantaleón. Y Pantaleón repartió su fortuna entre los pobres, liberó a los esclavos y se dedicó a visitar gratis a los enfermos.

Esta situación hizo que Pantaleón ganara aún más popularidad de la que tenía, provocando celos y envidias entre los otros médicos, que vieron cómo los enfermos preferían ser curados por Pantaleón, siendo sus ganancias menores.

El emperador, dentro de una serie de medidas que trataban de evitar el hundimiento del Imperio que se avecinaba, dictó, el 23 de febrero del año 303, un decreto que mandaba perseguir a los cristianos.

Antimo, el ciego al que había curado Pantaleón, muere por declarar que es cristiano. Pantaleón recoge su cuerpo y lo entierra junto a su padre.

Entonces Pantaleón, acusado por la envidia del resto de los médicos, es llamado a juicio por el emperador.

El emperador, que estimaba al joven médico, trata de salvarlo pidiéndole que reniegue de su fe, pero Pantaleón se mantiene firme ante sus creencias y cura a un paralítico para demostrar la veracidad de su fe.

El emperador, para apartarle de su fe, manda que le aten a un poste y que le azoten con látigos, quemándole luego las llagas con hierros y tizones encendidos. Pero Pantaleón se reanima y en cambio los brazos de sus verdugos desfallecen.

Al ver que Pantaleón no experimentaba sufrimiento por los castigos, y que aumentaba la conversión de los presentes, decidieron poner fin a su vida, introduciéndolo en una caldera con plomo derretido. Pero, en lugar de causar su muerte, actúa como bálsamo que cura todas sus heridas y quemaduras.

El emperador, al verse humillado por no poder quebrantar la fe de Pantaleón, mandó que le ataran de pies y manos y que le colgaran del cuello una pesada piedra, para ser luego arrojado al mar. De esta forma impediría además que se recuperara su cuerpo y que lo veneraran. Pero Pantaleón sale flotando en la otra orilla, donde es rescatado y desatado por sus amigos.

A pesar de todo esto el emperador no abre los ojos y manda apresar de nuevo a Pantaleón, que esta vez es enviado al anfiteatro para que lo devoren las fieras. Pero, ante la presencia de todos y del emperador, los leones cambiaron su actitud y le lamieron las manos, lo que provocó muchas conversiones al cristianismo.

El emperador, encolerizado, manda que le aten a una gran rueda dentada, con el fin arrojarlo a una barranca para que se destrozara su cuerpo. Pero la rueda, en la primera vuelta, cortó las ligaduras, dejando a Pantaleón libre en el suelo.

Esta vez se le arroja a un calabozo y se apresa a Hermolao y a otros dos cristianos, Hermipo y Hermócrates, para que le animen a renunciar de su fe. Pero se niegan y Hermolao, junto con los dos cristianos, padecen el martirio.

El emperador, desesperado ante estas demostraciones divinas y milagrosas, quiso terminar de una vez con él, mandando que le ataran al tronco seco de un árbol situado en el centro de la plaza de Nicomedia, donde sería decapitado y luego se quemaría su cuerpo.

Pantaleón es azotado y, cuando su sangre humedeció la tierra, del tronco brotaron hojas y frutos, por lo que en muchas estampas aparece representado en el olivo que volvió a nacer. Pero Pantaleón, cansado de tantos tormentos, pidió a Dios que lo llevara consigo.

El 27 de julio del año 305, cuando San Pantaleón tenía sólo 23 años, fue decapitado por profesar su fe católica. El cuerpo no es quemado porque los soldados no se atreven. Y los cristianos recogen su cuerpo para darlo sepultura.

Según las actas de Bolandistas, el nombre primitivo de Pantaleón fue “Pantaleonta”, que significa “en todo semejante al león”. Pero, posteriormente, los griegos y latinos le atribuyeron el nombre actual de “Pantaleón”, que en griego significa “el que se compadece de todos”.

San Pantaleón es uno de los principales patronos de los médicos, pero además es patrón de los solteros, enfermos de tisis, doctores, médicos, víctimas de la tortura y enfermos de tuberculosis.

Se dice que una mujer recogió su sangre del suelo, mezclada con tierra y musgo, y que aún se conserva en el relicario de la ciudad de Ravello (Italia) y en Madrid.

La porción de sangre de San Pantaleón que está en Madrid se conserva en una ampolla, en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación. Allí lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

Cuando se conmemora su martirio, esa misma sangre, que está siempre coagulada, se licúa milagrosamente, sin intervención humana.

Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio, y durante todo el día 27 de julio aparece en forma líquida, como sangre viva.

La sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

San Pantaleón ha sido y es un Santo muy venerado en numerosos lugares del mundo.

Y uno de ellos es Burujón, en el que cada 27 de julio, se le honra y venera con devoción, tal y como se refleja en la estrofa final del himno moderno a San Pantaleón:

“¡Gloria a ti, Mártir de Cristo!.
¡Gloria a ti, Pantaleón!.
Nuestro pueblo te proclama
Por su abogado y patrón”.

 

Última modificación: 31/10/2021 - 18:50